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25 de noviembre de 2009

LA SOLEDAD PUEDE SER TU MEJOR COMPAÑERA


Autonomía, independencia y crecimiento personal son algunas de las ganancias de las personas que eligen la soledad como un estilo de vida.

Ya no se puede sostener que quien llegó a los 30 y no se casó se quedó para vestir santos. Aunque no lo crea, hay quienes no le temen a la soledad; al contrario: la buscan, la desean y cuando la encuentran, se declaran dichosos de 'convivir' con ella.

Los que la eligen como una opción de vida tienen sus razones de peso para hacerlo: porque les gusta y necesitan construir un espacio deshabitado para poder pensar, crear, producir, sentir que se expanden.

Por eso vivir solos es una elección que no es exclusiva de los bohemios, artistas o intelectuales.

Esto quiere decir que los 'solitarios' por decisión no son la mata de la amargura, no están desencantados del amor ni son una amenaza social. Al contrario; en la soledad encuentran su compañero más sociable.

Puede parecer un contrasentido, pero no son personas anormales. Es que así como hay seres incapaces de vivir solos, otros son incapaces de vivir con los demás", explica el siquiatra Daniel Gutiérrez.

Ellos no cambian su situación porque corren el riesgo de perder todo lo que han conquistado: tiempo para encontrarse consigo mismos, para meditar y rescatar su espiritualidad, para aprender y ganar autonomía e independencia.

Y, curiosamente, son personas solas que nunca se sienten solas, no sufren la sensación de vacío del que se siente abandonado, olvidado o desprotegido.

"Son los que más amigos tienen y a quienes más planes les salen: disfrutan igual de quedarse en casa a leer, ver televisión, ir a cine o a caminar solos o salir con su grupo de paseo a una finca el fin de semana", dice la siquiatra Rocío Barrios.

"Incluso, hay hombres o mujeres casados y con un hogar establecido que toman la decisión de vivir solos, no porque haya problemas en su familia, sino porque tienen esa tendencia innata" .

¿El encuentro del desencuentro?

Los aventureros de la soledad no viven esa etapa, ya sea transitoria o permanente, como el drama de su vida porque han descubierto, como decía el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, que "la soledad es el imperio de la conciencia". Para ellos es el estado ideal para reflexionar y desarrollar el poder de determinación.

Es más, los terapeutas la recomiendan a las personas que se encuentran enfrentadas a grandes disyuntivas o cuando sienten que se ahogan en un vaso de agua.

Por ejemplo, en situaciones tan cotidianas como estar 'enamorado' de dos personas o tener varias propuestas laborales y no saber por cuál decidirse.

Estar solo también ayuda a desarrollar la armonía interior, los expertos sostienen que los solitarios empedernidos aprenden a resolver los problemas con más fluidez, pues cuando se busca un espacio a solas se toma un respiro, se gana concentración y la toma de decisiones se facilita.

Otro punto importante es que se aprende a ganar independencia y se adquiere autosuficiencia. "A alguien que vive solo le resulta excitante asumir las riendas de su propia vida, para él, lo mejor de su estado es no rendirle cuentas a nadie, y tener la libertad de actuar a su propio ritmo", señala la siquiatra Barrios.

No es una actitud del todo egoísta -según ella- porque quien vive de manera positiva su soledad se cuida de causar sufrimiento a los demás, tiene mayor capacidad de adaptación a cualquier circunstancia, se le facilita hacer amigos e improvisar planes porque aprende a no estar sujeto a los designios de otro.

Y hay más. Quienes la disfrutan a conciencia desarrollan personalidades interesantes. "Como aprenden a huirle al tedio y al aburrimiento, dan rienda suelta a pasatiempos enriquecedores como la lectura, la música, el gimnasio y los viajes, por eso se convierten en seres con un poder especial de seducción".

Otra de sus grandes ventajas es que "si tienen un buen trabajo, se pueden dar más gustos y llevan una vida más holgada", puntualiza Barrios.

La necesidad del otro, por supuesto, también está presente. Hay quienes piensan que el solitario no vive con quien ama por temor al desengaño o al maltrato, pero para Gutiérrez no significa necesariamente eso.

"Ellos son de la filosofía que desde afuera se ve mejor el bosque. Una persona acostumbrada a vivir sola, cuando tiene problemas con su pareja toma distancia más rápido, tiene la habilidad para disminuir la intensidad del conflicto porque analiza los hechos y maneja conductas menos agresivas".

Y si no tienen una pareja estable, tampoco se sienten solos. "Esa es una gran enseñanza para los que se desesperan por no 'estar' con alguien.

Han aprendido que ellos mismos son su mejor compañía y por eso no se pegan del primer hombre o mujer que se les cruza en el camino. Valoran tanto su vida que "la convierten en el eje de su existencia".

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