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6 de diciembre de 2009

LA IMPORTANCIA PERSONAL Y LA IMPECABILIDAD



En la búsqueda de nuestro bienestar emocional, un factor esencial a tener en cuenta es el manejo correcto de la energía. Como seres humanos, contamos con una cantidad limitada de energía, que malgastamos al enojarnos, hacer corajes, tomar lo que nos dicen a la tremenda, o no tener bien en claro qué es lo que efectivamente deseamos. Para mejor canalizar esta energía y recargar nuestras pilas diariamente, hay dos conceptos que nos ayudarán enormemente: la impecabilidad y la importancia personal.

Carlos Castaneda fue un antropólogo y escritor peruano que en sus 8 libros detalló conocimientos ancestrales de los chamanes del México antiguo. En su libro “El fuego interior”, explica que la impecabilidad es el uso correcto de la energía, y habla acerca de la ventaja de realizar inventarios estratégicos para decidir qué cambiar o mejorar para liberar la energía bloqueada y reencauzarla, o recuperar la que hemos perdido. De esta manera podremos dirigirla a la concreción de nuestros objetivos.

Para Castaneda, entonces, ser impecable implica erradicar las situaciones que consumen gran cantidad de nuestra energía, como por ejemplo, no tener un objetivo claro de qué queremos lograr, o permitir que la opinión o el juicio de otras personas nos influyan al punto de afectar nuestros patrones de comportamiento.

¿Cómo lograr ser impecable, sin que la energía se evapore en el camino? Una premisa básica que se aplica a cualquier fin que nos propongamos alcanzar es la importancia de tener una meta clara y definida. Tomemos como ejemplo la típica pregunta: “¿Qué anhelas en la vida?” Una respuesta bastante trillada es: “Quiero ser feliz”. Esta contestación parece muy linda, pero al analizarla con detenimiento, descubrimos que es demasiado vaga, general, indefinida. No incluye ninguna manera de cómo llegar a destino ni tampoco cómo nos daremos cuenta que nuestra búsqueda se ha transformado en una realidad.


Hay un dicho que reza: “Si no sabes adónde vas, es probable que no llegues allí”. Para visualizar la meta nítidamente, pasemos de un enunciado general a descripciones bien detalladas. Ante la expresión de deseos del párrafo anterior: “Quiero ser feliz”, cabe preguntar: “Quieres ser feliz, pues bien, ¿cómo es ser feliz?” “Ser feliz es hacer algo bien”. “Define algo y define bien”. Seguimos preguntando hasta llegar a afirmaciones concretas y específicas.

Además, es necesario tratar de imaginarse el arribo a la meta: “¿Cómo te verás al cumplir tu objetivo? ¿Qué frases de aliento o de felicitación te dirás? ¿Qué sensación en particular te embargará?” Detallar todas estas variables resulta fundamental para individualizar el momento preciso de llegada al fin tan esperado.

El segundo concepto a tener en cuenta, relacionado con el de impecabilidad, es el de la importancia personal. Carlos Castaneda, en el libro mencionado, la señala como nuestro mayor enemigo, ya que acostumbramos tomar las actitudes de otras personas o lo que nos dicen en forma personal. Este mecanismo provoca que nos sintamos ofendidos por las cosas que quienes nos rodean hacen o dejan de hacer, dicen o dejan de decir. Como resultado, pasamos gran parte de nuestro tiempo enojados o disgustados con alguien.

La importancia personal suele provocar malos entendidos y situaciones incómodas que, nuevamente, atentan contra nuestro buen manejo de la energía, ya que la desperdiciamos en un esfuerzo denodado por tener razón para convencer al otro, en vez de, simplemente, escucharlo, tratar de comprender qué quiere decir con sus palabras, entablar una conexión, sopesar la respuesta que estamos recibiendo y apostar a una comunicación fluida, desde una posición más relajada.

La importancia personal es una de las actividades que más energía nos consume. Vale la pena incluirla en uno de los primeros puestos de nuestro inventario estratégico para ser impecables y así gozar del número incalculable de posibilidades nuevas que se abrirán ante nuestros ojos al disponer de una mayor cantidad de energía.

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