El ser humano siempre está buscando su propia realización, lograrlo nos llena de orgullo y no tenemos problema en decirlo y demostrarlo cuando la oportunidad se nos presenta, nos gusta que reconozcan nuestros logros, pero muy a menudo se nos olvida que ser una persona exitosa también implica tener un balance entre el cuerpo y la mente.
“Estoy orgullosa de lo que soy”, o “de lo que he logrado” son dos cosas que se suelen repetir en una conversación casual. El orgullo es bueno porque nos ayuda a forjar nuestra personalidad ante los demás, puede ser utilizado para no ser manipuladas, pero también se debe tomar en cuenta que el mucho orgullo y el no saber cuando ser humilde también puede llegar a ser malo si se tiene en exceso.
¿Cuándo se convierte ese orgullo ensoberbia?
Una persona soberbia difícilmente admite que está equivocada, aunque muy en lo íntimo pueden admitirlo no lo exteriorizan pese a que ello le lleve a seguir actuando erróneamente por el simple deseo de no demostrar su error y su soberbia. Podría llegar a autodestruirse con tal de demostrar que tiene la razón, cualquier corrección por sencilla que esta sea, se toma como un ataque personal y se pone inmediatamente a la defensiva. En definitiva, tiene incapacidad para ceder en una discusión, se limita a mantener su posición por propia, antes que por verdadera, no deja margen para ver o discernir las razones del prójimo, porque piensa que aceptar una equivocación le humilla.
El orgullo y la soberbia, puede, sin darnos cuenta, perjudicar el amor de pareja y las amistades, somos capaces de ver lo “bueno” que tenemos y lo bueno que hemos conseguido, pero nos cuesta reconocer los logros de los demás.
“Estas personas sólo son capaces de ver lo bueno que tienen y consiguieron con su esfuerzo, pero son incapaces de asumir o reconocer los defectos personales en su justa medida. A su vez, no pueden dirigir la mirada hacía los demás para ver lo valioso del prójimo ya que permanecen encerrados es si mismos.”
(Enrique rojas)
La armonía de un hogar, familia, amistades y lugares de trabajo podrían en determinado momento, interferir con el entendimiento,en donde debe ponerse como prioridad el diálogo, la comunicación, cosas que son difíciles de conseguir de una persona soberbia porque se considera dueña de la verdad y con todas las razones que encuentre, muchas veces para justificar su mal proceder, se comportan de una manera infantil, gritan para hacer callar a quien trata de hacerle ver sus errores, le culpa de sus propios errores y fallas, se dan cuenta de que no tienen argumento y buscan la salida más fácil, se enojan, se tornan agresivos, callan y se marchan.
Muchas personas que se consideran el centro de atención, no buscan ayuda, no pueden ver las cosas y actitudes positivas de los demás, llegando incluso a encerrarse y alejarse de ellos. Todo ser humano en mayor o menor grado tenemos algo de orgullo y soberbia, se dice que el orgullo es la valorización de nosotros mismas, incluso son características que podrían ayudar a no dejarnos pisotear, manipular o humillar, podrían ayudar a nuestra autorrealización, pero esta no debe ser utilizada para pisotear a los demás, o a sentirnos mejores que ninguno y mucho menos sentirnos superiores por nuestras acciones sobresalientes. Una persona segura de si misma no necesita hacer alarde de lo que es, de lo que tiene o de lo que sabe, no necesita demostrar nada, ni comprobar nada, la persona con soberbia, por el contrario, necesita destacarse, se siente y quiere estar siempre por encima de los demás, aunque para ello tenga que aplastar a otros.
No necesariamente tenemos que estar de acuerdo con las opiniones y formas de pensar de los demás, pero tampoco debemos menospreciar las opiniones de otros, menos aun si por una opinión sin importancia se menosprecia y se habla horrores y groserías del otro tratando de aplastarlo. Eso es soberbia que se pone de manifiesto con el único propósito de aplastar a alguien. Se pone de manifiesto para demostrar que él o ella sabe más, que es mejor que los demás, “yo hice, yo logré, yo fui, yo sé, yo puedo, yo tengo…” siempre hablando de si mismos. Nunca le dará la razón a nadie y mucho menos preguntará cosas, aunque las desconozca, porque lo sabe todo lo puede todo y jamás reconocerá que se equivoca o le copia al resto, “porque sus ideas son siempre originales”.
Muchas veces necesitamos refutar una opinión, pero debemos saber hacerlo, no es sólo para destruir la opinión de otros para construir la propia.
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