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18 de junio de 2011

NUESTROS ANCESTROS Y LAS INTELIGENCIAS DEL CUERPO HUMANO



Según los ancestros de diferentes partes de nuestro planeta Tierra, nuestro cuerpo es sintiente y pensante.
Por ejemplo, en el caso de los ancestros de las tribus australianas, cuando una persona enferma o ha sido herida, la tribu entera se reúne al alrededor del enfermo y le canta pidiéndole perdón a la herida o la parte afectada, la cual automáticamente entra en remisión y se dan curaciones milagrosas.

Lo mismo ocurre en las asombrosas curaciones de los Kahuna o médicos-magos hawaianos. Éstos entran en comunicación directa con la parte afectada pidiéndole perdón. En un acto de oración donde se involucran ellos, el paciente y todas las vidas durante las cuales ellos se han encontrado e involucrado con esa persona. Y se dan curaciones consideradas milagrosas.

En el conocimiento ancestral Inca, todo es reciprocidad. Uno enferma cuando se llena de energía pesada o “hucha”, por tener actitudes egoístas y no dejar fluir el “sami” o energía ligera.

Por ello, en las curaciones se pide a la parte del cuerpo que se armonice con Pachamama (la Madre Tierra) y permita que el bloqueo se equilibre. Y la persona sana.

En el caso de los indios Lakota, en el norte del continente americano, se le habla al cuerpo para informarle que una medicina va a curarlo. A la medicina también se le informa del propósito para el que será utilizada. Y, lógicamente, las personas sanan.

Tomando algunos casos de medicina tradicional de los antiguos, se llega a una interesante conclusión: los ancestros aceptaban las partes de nuestro cuerpo como un ser completamente inteligente y autónomo del cerebro. Esto se llegó a tomar como franca superchería, especialmente en los tiempos recientes. Pero hoy en día los descubrimientos de la ciencia, muy ajena a toda superstición y especulación, nos dejan estupefactos.

La sabiduría del cuerpo es un buen punto de acceso a las dimensiones ocultas de la vida: es totalmente invisible, pero innegable. Los investigadores médicos empezaron a aceptar este hecho a mediados de los años ochenta.

Anteriormente se consideraba que la capacidad de la inteligencia era exclusiva del cerebro, pero entonces se descubrieron indicios de inteligencia en el sistema inmune y luego en el digestivo.

La Inteligencia del Sistema Inmune

 La Dra. Bert descubrió (y luego lo confirmaron otros científicos), que existen tipos receptores inteligentes no sólo en las células cerebrales, sino en todas las células de todas partes del cuerpo (les llamaron en un principio neuropéptidos).

Cuando comenzaron a observar las células del sistema inmunológico, por ejemplo las que protegen contra el cáncer, las infecciones, etc., encontraron receptores de los mismos tipos que en el cerebro.

En otras palabras, las células inmunológicas del ser humano, las que nos protegen del cáncer y de las infecciones, están literalmente vigilando cada pensamiento nuestro, cada emoción, cada concepto que emitimos, cada deseo que tenemos.

Cada pequeña célula T y B del sistema inmunológico, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa.

Esto lo hace todo muy interesante, porque ahora podemos decir que las células inmunológicas son pensantes. No son tan elaboradas como lo es la célula cerebral, que puede hacerlo en inglés o castellano o en función de un cierto idioma, pero sí piensa, siente, se emociona, desea, se alegra, se entristece, etc. Esto es la causa de enfermedades, del stress, del cáncer, etc.

Cuando la persona se deprime, entran en huelga y dejan pasar los virus que se instala en su cuerpo.

La Inteligencia del Sistema Digestivo

Hace diez años parecía absurdo hablar de inteligencia en los intestinos. Se sabía que el revestimiento del tracto digestivo posee miles de terminaciones nerviosas, pero se les consideraba simples extensiones del sistema nervioso, un medio para mantener la insulsa tarea de extraer sustancias nutritivas del alimento.

Hoy sabemos que, después de todo, los intestinos no son tan insulsos. Estas células nerviosas que se extienden por el tracto digestivo forman un fino sistema que reacciona a sucesos externos: un comentario perturbador en el trabajo, un peligro inminente, la muerte de un familiar.

Las reacciones del estómago son tan confiables como los pensamientos del cerebro, e igualmente complicadas.

La Inteligencia del Higado

Las células del colon, del hígado y del estómago también piensan, sólo que no con el lenguaje verbal del cerebro.

Lo que llamamos “reacción visceral” es apenas un indicio de la compleja inteligencia de estos miles de millones de células.
En una revolución médica radical, los científicos han accedido a una dimensión oculta que nadie sospechaba: las células nos han superado en Inteligencia durante millones de años.

La Inteligencia del Corazón

Muchos creen que la conciencia se origina únicamente en el cerebro.

Recientes investigaciones científicas sugieren, de hecho, que la conciencia emerge del cerebro y del cuerpo actuando juntos.

Una creciente evidencia sugiere que el corazón juega un papel particularmente significante en este proceso. Mucho más que una simple bomba, como alguna vez se creyó, el corazón es reconocido actualmente por los científicos como un sistema altamente complejo, con su propio y funcional “cerebro”.

Es decir, el corazón tiene un “cerebro” o inteligencia propia.

Según nuevas investigaciones en el campo de la Neurocardiología, el corazón es un órgano sensorial y un sofisticado centro para recibir y procesar información.

El sistema nervioso dentro del corazón (o el “cerebro del corazón”) lo habilita para aprender, recordar, y para realizar decisiones funcionales independientemente de la corteza cerebral.

Aparte de la extensa red de comunicaciones nerviosas que conectan al corazón con el cerebro y con el resto de cuerpo, el corazón transmite información al cerebro y al cuerpo interactuando a través de un campo eléctrico.

El corazón genera el más poderoso y más extenso campo eléctrico del cuerpo. Comparado con el producido por el cerebro, el componente eléctrico del campo del corazón es algo así como 60 veces más grande en amplitud, y penetra a cada célula del cuerpo.

El componente magnético es aproximadamente 5000 veces más fuerte que el campo magnético del cerebro y puede ser detectado a varios pies de distancia del cuerpo con magnetómetros sensibles.

Recomendaciones

Las investigaciones del Instituto HeartMath sugieren que “Respirar con Actitud” es una herramienta que ayuda a sincronizar el corazón, la mente y el cuerpo para darle una coherencia psicofisiológica más poderosa.

Al usar esta técnica regularmente -unas 5 veces al día- se desarrolla la habilidad para realizar un cambio de actitud durable.

Al “Respirar con Actitud”, uno se enfoca en su corazón y en el plexo solar mientras respira con una actitud positiva. Automáticamente, el corazón armonizará la energía entre el corazón, mente y cuerpo, incrementando la conciencia y la claridad.

La técnica de Respirar con Actitud
1. Primer paso

Inhalar - enfocando la atención en el corazón.

Exhalar - enfocando la atención en el plexo solar. (unos 10 cm hacia abajo del corazón, justo debajo del esternón, donde se unen los lados derecho e izquierdo de la caja toráxica).

Practica inhalar a través del corazón y exhalar a través de la caja toráxica durante 30 segundos o más para ayudar a anclar tu atención y tu energía en ese lugar.

2. Segundo paso

Una vez que tu atención está centrada en la caja toráxica, después de por lo menos 30 segundos.
Escoge alguna actitud o pensamiento positivo para inhalar o exhalar durante los siguientes 30 segundos o más.

Por ejemplo, puedes inhalar una actitud de aprecio y exhalar una de atención

3. Tercer paso

Selecciona actitudes para respirar que te ayuden a compensar las emociones negativas y de desequilibrio de las situaciones por las que estás atravesando.

Respira profundamente con la intención de dirigirte hacia el sentimiento verdadero de esa actitud positiva.

Por ejemplo, puedes inhalar una actitud de misericordia y exhalar una actitud de equilibrio, o puedes inhalar una actitud de amor y exhalar una actitud de compasión.

Practica diferentes combinaciones de actitudes que tú quieras desarrollar. Puedes decir en voz alta Respiro Sinceridad, Respiro Fortaleza, Respiro Tranquilidad, Respiro Gratitud o cualquier otra actitud o sentimiento que tú desees o necesites.

Aún si al principio no sientes un cambio en tu actitud, ten paciencia, haciendo un esfuerzo genuino para cambiar, lo vas a lograr.

Texto de autor desconocido.

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