Si admitimos que ALGO organizó esos cuerpos celestes que navegan en el espacio a velocidades supersónicas, tenemos que admitir la grandiosidad de la inteligencia y poder de ese ALGO; llamémosle Dios o como queráis. Y una buena lógica nos lleva a considerar que no ha creado esos mundos con el objeto de poblarlos de criaturas para condenarlas al sufrimiento. Luego, otras deben ser las causas.
Necesario es conocer y considerar, que aún pertenecemos a un mundo de fuerzas primitivas, como es el planeta Tierra, cuyas energías primarias están todavía en continua ebullición. La Naturaleza no ha completado aún todos sus experimentos, ni ha consolidado todas las formas biológicas; pues, la figura humana misma deberá alcanzar una configuración más perfecta en el futuro, a medida que su psiquismo evolucione. Hoy mismo, podemos apreciar ya las diferencias morfológicas existentes en el conglomerado humano.
En la escala sideral de los mundos, nuestro planeta está considerado como un mundo de aprendizaje espiritual primario, pero ya en los comienzos de su transformación.-
Al igual que otros de su misma categoría, nuestro mundo es una verdadera escuela de aprendizaje para espíritus nuevos, en la segunda fase de la etapa humana; donde, al lado de otros ya más evolucionados, van dejando lentamente la bestialidad de su fase anterior, puliendo su alma por el dolor y el sufrimiento en la lucha, a la vez que desarrollando sus facultades latentes. Y para que los espíritus más viejos y ya más evolucionados intelectual y volitivamente, pero no moralmente, se reajusten de sus propios equívocos incurridos en pasadas vidas humanas.
El dolor, no es un castigo de Dios, Suprema Sabiduría y Amor infinito, sino consecuencia de los propios errores, tanto individuales como colectivos; porque, la Ley de Consecuencias o de causa y efecto, fuerza poderosa emanada de la Suprema Justicia Cósmica, se cumple inexorablemente. EL SER HUMANO JAMAS SUFRIRÁ, SI EN JUSTICIA NO LE CORRESPONDIERE. NADIE RECIBIRÁ UN MINUTO DE DOLOR, SI NO LO TIENE MERECIDO.
Dios no castiga. Los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una o en otra de las vidas sucesivas que el Espíritu inmortal vive, hasta alcanzar LA PERFECCIÓN: purificación, sabiduría, fortaleza y amor; que le da derecho a la felicidad plena, el Reino Eterno de dicha y amor, que el Padre Universal tiene preparado para todas sus criaturas.
Los males, los dolores las llamadas desgracias ocurridas a los humanos, no son castigos de Dios, como muchos erróneamente suponen, son efectos de causas; son tan sólo consecuencias de sus trasgresiones a las leyes que rigen la Vida, leyes divinas, si no en la vida presente, en una o más vidas anteriores.
Por ello, el sufrimiento eterno es inadmisible, y porque no existe ni puede existir; ya que, siendo Dios el Bien Supremo, AMOR INFINITO, es ilógico pensar que puede ser cruel condenando eternamente al sufrimiento. Todos, absolutamente todos, habremos de volver a El, cuando hayamos alcanzado, la perfección, pero conservando la individualidad (1).
(1) Esa vuelta o reintegración a la Divinidad, no significa en modo alguno anulación de la individualidad; sino por el contrario, mayor poder, mayor capacidad de amor, mayor cobertura de acción para canalizar las fuerzas divinas hacia las humanidades. Cristo es Espíritu reintegrado a la Divinidad, lo que no significa que Cristo sea Dios.-
El sufrimiento es sólo temporal, hasta tanto el alma que sufre haya comprendido la causa y aceptados los efectos, como medio reparador del mal causado. Una vez reparados los efectos causados por las malas acciones, el alma sigue su camino de eterna ascensión con mayores facilidades y luces, debido a las experiencias adquiridas.
Nuestra humanidad, con su acendrado egoísmo, ha venido violando continuamente la Ley Divina del Amor, impregnando el alma con un magnetismo mórbido, consecuencia de las pasiones generadas por el egoísmo y el orgullo, contrariando la voz de la Conciencia (que es la manifestación del Espíritu). O sea, la voz de Dios de que hablan las religiones.
Cuando seamos menos egoístas, desaparecerán la mayoría de los males que afectan a la humanidad. Y cuando los «felices afortunados» de la vida, amen a los infelices tanto como a sí mismos se aman, se acabarán las enfermedades, y sólo por agotamiento de las fuerzas vitales en la vejez, la muerte alcanzará a los humanos.
La salud y la enfermedad son el resultado de la armonía o desarmonía del individuo para con las leyes naturales y espirituales. Las bajas pasiones y la violación a las leyes naturales y morales, van acumulando y formando un «patrimonio» morbo-psíquico, una carga tóxica que altera el equilibrio de la armonía espiritual, co-parte de la armonía cósmica. Y como el Espíritu, chispa divina purísima, no resiste por mucho tiempo esa toxicidad, ese magnetismo deletéreo en su alma (su cuerpo astral), trata de expulsarlo mediante el drenaje en la carne, ante una circunstancia favorable. Dicho de otro modo. Esos cuadros de color, de enfermedades denominadas malignas y aun otras no malignas, son simplemente drenajes del alma enferma, actuando como detersorio; son señales visibles del descenso a la carne del psiquismo enfermizo que llegó a su fase final, al tiempo marcado por la Ley, para su depuración.
Muchos sectores de la ciencia médica de hoy, ya admiten que, una gran parte de las enfermedades vienen de dentro (alma) para fuera, de arriba (mente) para abajo. Hasta los médicos más clasicistas, reconocen ya que las perturbaciones mentales y emocionales alteran profundamente el funcionamiento del organismo.
¡A cuántos el dolor libra de hundirse más y más en la vorágine de las pasiones, ambiciones, vicios y bestialidad! ¡Cuan ignorantes somos, al considerar el dolor como un mal, cuando en realidad debemos tomarlo como un aliado en nuestro progreso evolutivo, purificador del alma, actuando como catarsis del magnetismo deletéreo producido por nuestros errores en el pasado; a la vez que sensibiliza el alma y despierta el Espíritu adormecido por una mente turbada por el mundo material!
El dolor, esa sensación desagradable (por la actitud mental de rechazo) que nos resistimos a aceptar voluntariamente, es una ley de la Naturaleza, en lo biológico; y LEY DE EQUILIBRIO CÓSMICO EN LO MORAL. La función biológica del dolor, es la conservación de la especie. Toda lesión orgánica produce dolor en cualquier forma de vida animal, y ese dolor impele a liberarse de la causa que lo produce, contribuyendo a su conservación, prueba elocuente de que el dolor es un factor biológico evolutivo.
Cuando seamos menos egoístas, desaparecerán la mayoría de los males que afectan a la humanidad. Y cuando los «felices afortunados» de la vida, amen a los infelices tanto como a sí mismos se aman, se acabarán las enfermedades, y sólo por agotamiento de las fuerzas vitales en la vejez, la muerte alcanzará a los humanos.
La salud y la enfermedad son el resultado de la armonía o desarmonía del individuo para con las leyes naturales y espirituales. Las bajas pasiones y la violación a las leyes naturales y morales, van acumulando y formando un «patrimonio» morbo-psíquico, una carga tóxica que altera el equilibrio de la armonía espiritual, co-parte de la armonía cósmica. Y como el Espíritu, chispa divina purísima, no resiste por mucho tiempo esa toxicidad, ese magnetismo deletéreo en su alma (su cuerpo astral), trata de expulsarlo mediante el drenaje en la carne, ante una circunstancia favorable. Dicho de otro modo. Esos cuadros de color, de enfermedades denominadas malignas y aun otras no malignas, son simplemente drenajes del alma enferma, actuando como detersorio; son señales visibles del descenso a la carne del psiquismo enfermizo que llegó a su fase final, al tiempo marcado por la Ley, para su depuración.
Muchos sectores de la ciencia médica de hoy, ya admiten que, una gran parte de las enfermedades vienen de dentro (alma) para fuera, de arriba (mente) para abajo. Hasta los médicos más clasicistas, reconocen ya que las perturbaciones mentales y emocionales alteran profundamente el funcionamiento del organismo.
¡A cuántos el dolor libra de hundirse más y más en la vorágine de las pasiones, ambiciones, vicios y bestialidad! ¡Cuan ignorantes somos, al considerar el dolor como un mal, cuando en realidad debemos tomarlo como un aliado en nuestro progreso evolutivo, purificador del alma, actuando como catarsis del magnetismo deletéreo producido por nuestros errores en el pasado; a la vez que sensibiliza el alma y despierta el Espíritu adormecido por una mente turbada por el mundo material!
El dolor, esa sensación desagradable (por la actitud mental de rechazo) que nos resistimos a aceptar voluntariamente, es una ley de la Naturaleza, en lo biológico; y LEY DE EQUILIBRIO CÓSMICO EN LO MORAL. La función biológica del dolor, es la conservación de la especie. Toda lesión orgánica produce dolor en cualquier forma de vida animal, y ese dolor impele a liberarse de la causa que lo produce, contribuyendo a su conservación, prueba elocuente de que el dolor es un factor biológico evolutivo.
Así como el dislocamiento de un miembro o la alteración funcional de un órgano provocan invariablemente una sensación de dolor o malestar físico; así también, toda adulteración de la biología psíquica, como fenómeno concomitante, produce sufrimiento, un dolor moral en nuestra alma. Y debido a la estrecha unión entre cuerpo y alma, esa desarmonía psíquica concluye fatalmente por reflejarse, tarde o temprano, sobre los órganos más sensibles del cuerpo físico-orgánico. Conocido es ya, por la ciencia médica, el efecto de las preocupaciones, y de los estados afectivos y emocionales sobre el sistema nervioso y sobre las glándulas endocrinas. De lo que se desprende que, la salud de la mente y del alma, preludian la salud del cuerpo.
El dolor y el sufrimiento, en sus diversos aspectos, son factores necesarios para el despertar de la conciencia individual, en el seno de la Conciencia Cósmica, que es DIOS. Pero el ser humano, desconociendo la función útil del dolor en la formación de su Conciencia, se rebela y resiste aceptar su verdadero significado. Y mientras el hombre sea lo que es, y no se esfuerce voluntariamente en superarse a sí mismo; mientras tenga como mira la
complacencia de los sentidos y no trate de superar voluntariamente sus imperfecciones morales, el dolor será arte integrante de su vida.
El dolor y el sufrimiento, en sus diversos aspectos, son factores necesarios para el despertar de la conciencia individual, en el seno de la Conciencia Cósmica, que es DIOS. Pero el ser humano, desconociendo la función útil del dolor en la formación de su Conciencia, se rebela y resiste aceptar su verdadero significado. Y mientras el hombre sea lo que es, y no se esfuerce voluntariamente en superarse a sí mismo; mientras tenga como mira la
complacencia de los sentidos y no trate de superar voluntariamente sus imperfecciones morales, el dolor será arte integrante de su vida.
La humanidad no ha comprendido aún la verdadera función del dolor en la evolución del psiquismo; y busca el alivio en la ciencia médica, que se ocupa de la eliminación de los síntomas aparentes, en tanto que el dolor responde a una amplia ley de consecuencias, por ser la reacción de la ley violada, que se hace sentir en su acción de reconstrucción del orden, ya biológico, ya psíquico; reacción que algunos, indebidamente, denominan castigo. No es que sea contrario la Ley buscar alivio en los casos de dolencias físicas, ya que en la misma naturaleza encontramos sustancias químicas y vegetales, que alivian el dolor físico y sanan o hacen desaparecer los síntomas de la enfermedad; sino que, mientras la deuda contraída al quebrantar la Ley no sea soldada, mientras el orden violado no sea restablecido, el dolor purificador volverá a manifestarse temprano o tarde. Y lo que en estos casos conseguimos es posponer el pago de la deuda, obteniendo (aunque inconscientemente) un nuevo plazo; pero, la deuda ha de ser pagada: ya voluntariamente con amor en la práctica del bien, ya compulsoriamente por el dolor purificador.
Tengamos siempre presente esta ley de equilibrio: TODA VIOLACIÓN TRAE SU REACCIÓN. Aquél que a su paso por la vida siembra dolor y tragedia, ¿qué habrá de cosechar? Pues... eso mismo. De aquí que insistamos en la imperiosa necesidad de: NO PRACTICAR EL MAL, NI SIQUIERA EN PENSAMIENTO O DESEO, SEAN CUALES FUEREN LAS CIRCUNSTANCIAS.
El desconocimiento de sí mismo y de la causa que motiva el dolor, así como su función depuradora, hace que el individuo no acepte de buen grado el dolor, y en las más de las veces se rebela, impidiendo así su función purificadora, el proceso depurador. Actuamos como niños al pretender evadirlo en vez de superarlo. Preferimos los placeres, creando con ello nuevas causas de dolor.
Por vía de comparación, pongamos el siguiente ejemplo de fácil comprensión: Cuándo una madre retira al niño del juego para hacer sus tareas escolares, lo hace con ese amor materno, y con miras al porvenir del hijo. ¿No es así? Sin embargo, al niño le agrada más seguir jugando y, a veces, patalea, y casi siempre comienza su tarea con desagrado, mayor o menor según la educación del niño. Asimismo, nuestra Madre Cósmica -DIOS- a través de Sus leyes, nos priva de los placeres cuando llega la hora y nos sumerge en el dolor, para nuestro progreso espiritual, que es el objeto real de la vida. Pero, nosotros en nuestra ignorancia, porque estamos aún en nuestra infancia evolutiva, recibimos el dolor purificador con desagrado, como un mal y no como un bien.
Tengamos siempre presente esta ley de equilibrio: TODA VIOLACIÓN TRAE SU REACCIÓN. Aquél que a su paso por la vida siembra dolor y tragedia, ¿qué habrá de cosechar? Pues... eso mismo. De aquí que insistamos en la imperiosa necesidad de: NO PRACTICAR EL MAL, NI SIQUIERA EN PENSAMIENTO O DESEO, SEAN CUALES FUEREN LAS CIRCUNSTANCIAS.
El desconocimiento de sí mismo y de la causa que motiva el dolor, así como su función depuradora, hace que el individuo no acepte de buen grado el dolor, y en las más de las veces se rebela, impidiendo así su función purificadora, el proceso depurador. Actuamos como niños al pretender evadirlo en vez de superarlo. Preferimos los placeres, creando con ello nuevas causas de dolor.
Por vía de comparación, pongamos el siguiente ejemplo de fácil comprensión: Cuándo una madre retira al niño del juego para hacer sus tareas escolares, lo hace con ese amor materno, y con miras al porvenir del hijo. ¿No es así? Sin embargo, al niño le agrada más seguir jugando y, a veces, patalea, y casi siempre comienza su tarea con desagrado, mayor o menor según la educación del niño. Asimismo, nuestra Madre Cósmica -DIOS- a través de Sus leyes, nos priva de los placeres cuando llega la hora y nos sumerge en el dolor, para nuestro progreso espiritual, que es el objeto real de la vida. Pero, nosotros en nuestra ignorancia, porque estamos aún en nuestra infancia evolutiva, recibimos el dolor purificador con desagrado, como un mal y no como un bien.
No busquemos fuera de nosotros ni en los demás el origen de nuestro dolor, de nuestros males, porque está en nosotros mismos, y NO IRA MAS ALLÁ DE NUESTRAS FUERZAS PARA SOPORTARLO. DURARA SOLAMENTE HASTA QUE SE AGOTE LA CAUSA QUE LO ORIGINO. NO NOS REBELEMOS, NO MALDIGAMOS EL DOLOR. En el paroxismo del dolor, cuando la fortaleza parezca ceder, cuando el abatimiento parezca dominarnos, ELEVEMOS EL PENSAMIENTO AL ETERNO AMOR, PIDIENDO LUZ Y FUERZAS PARA SOPORTARLO.
Orientemos nuestros pensamientos, nuestras energías hacia un ideal. Desviemos el pensamiento del punto y objeto del dolor, y la sensación de dolor desaparecerá. Esto no es quimera, es una realidad que yo mismo he comprobado, cuando tuve que pasar por la prueba del dolor purificador.
No digáis... no puedo. En todo individuo existen enormes recursos internos que permanecen dormidos por falta de ejercicio, de uso. ¡Despertadlos! Ponedlos en acción. Nada de lamentaciones; porque toda lamentación aumenta la sensación del dolor y debilita la voluntad. DETERMINAOS FIRMEMENTE A PONER EN ACCIÓN LAS FUERZAS INTERNAS, y superaréis el dolor, así como las vicisitudes adversas.
Abracemos el dolor y éste perderá su fuerza.¿Qué conseguimos con adoptar una actitud de rebeldía ante el dolor y los reveses de la vida? Nada. Mejor dicho, agravar el mal, aumentar la sensación del dolor, con la desventaja que impedimos el proceso catártico-psicomagnético. La actitud apropiada es sobreponerse y meditar, cuando se trate de sufrimientos por desgracias o reveses, a fin de analizar las causas que lo motivaron, en las cuales podamos tener parte. Y en el dolor físico o moral, elevar con intensidad el pensamiento a la Fuente de las Fuerzas Superiores, A FIN DE DESPERTAR LAS LATENTES FUERZAS INTERNAS, fuerzas grandiosas que existen en todo ser racional, y que expulsarán toda sensación de dolor. Desviemos el pensamiento de nuestro dolor y pensemos en el sufrimiento de los demás, en el modo de ayudarles a soportarlo, para ir en su auxilio, y nuestro dolor desaparecerá. Porque, aliviando el dolor y contribuyendo a la dicha de los demás, nos asemejaremos al Cristo y nos acercamos a Dios.
Orientemos nuestros pensamientos, nuestras energías hacia un ideal. Desviemos el pensamiento del punto y objeto del dolor, y la sensación de dolor desaparecerá. Esto no es quimera, es una realidad que yo mismo he comprobado, cuando tuve que pasar por la prueba del dolor purificador.
No digáis... no puedo. En todo individuo existen enormes recursos internos que permanecen dormidos por falta de ejercicio, de uso. ¡Despertadlos! Ponedlos en acción. Nada de lamentaciones; porque toda lamentación aumenta la sensación del dolor y debilita la voluntad. DETERMINAOS FIRMEMENTE A PONER EN ACCIÓN LAS FUERZAS INTERNAS, y superaréis el dolor, así como las vicisitudes adversas.
- ¡Utópico!
-dirá alguno. No; realidad demostrada ya en el campo de la psicología
experimental.
Muchos ejemplos podrían ser referidos, pero citaremos tan sólo como ejemplo de superación a ese gran ser que en vida llamaron: Mellen Keller (conocida mundialmente y fallecida en junio de I968) que, siendo sorda, muda y ciega, alcanzó el doctorado en filosofía y ciencias, dedicando su vida al servicio de la humanidad. Véase su conmovedora biografía: «The Story of my life» (La historia de mi vida), y el análisis de sus sensaciones de la vida: «The World Live In» (El mundo interior).
Y por último, diremos a aquellos que, por ignorancia, se rebelan contra el sufrimiento; a aquellas personas que, por ignorancia también, están convertidas en un hato de dolores, porque sólo piensan en su dolor, en sí mismas (uno de los aspectos del egocentrismo) y a todos hablan de sus dolencias, que se pasan «rumiando» su dolor: ¡despertad! No sigáis, no continuéis en esa actitud, porque impedís el proceso psicomagnético de depuración del alma y prolongáis vuestro dolor.
Repetimos también:
- El dolor es la cosecha de la mala siembra (voluntaria). Quien siembra vientos recoge tempestades —dice un adagio.
- Toda violación, trae su reacción.
- Toda violación a la Ley, quiebra el equilibrio, y éste tiene que ser restaurado.
- Todo mal cae sobre quien lo hace. Asimismo, todo bien vuelve aumentado a su punto de partida, produciendo felicidad.
- Nadie recibirá un minuto de dolor, si no le correspondiere.
- Nunca dolor y sufrimiento alguno, será mayor a nuestras fuerzas para soportarlo.
- Es ley divina.
- No tomar el dolor como castigo divino, porque Dios no castiga; sino como una oportunidad que las Leyes eternas nos proporcionan, a fin de purificar el alma para que pueda ascender a los planos de felicidad.
- No crear nuevas causas de dolor y sí redimir las.....
Desconozco el autor
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